Aguaviva es mucho más que agua y toboganes revestidos de piratería. Pretendemos convertir la visita al parque acuático en una experiencia para el ánimo. No sólo disfrutará la vista, sino que nos trasladaremos a tiempos pasados, a cuando éramos niños que trepaban a los arboles, que se asombraban con cada descubrimiento, que se afanaban por encontrar secretos y descifrar claves que no se ven a simple vista. Un parque para disfrutar en todos los sentidos.
En Aguaviva entra en juego el tacto. Las texturas de madera vieja, de adoquín desgastado por miles de pasos, de muralla curtida a cañonazos. Edificios que necesitan una mano de pintura que han ganado en romanticismo. Agárrate fuerte, toca, acaricia. Hasta tus pies descubriran secretos.
En Aguaviva entra en juego el oído. Cascadas, cañonazos, negros cormoranes sobrevolando el desierto a la espera de que algún pobre diablo se dé por vencido. Pájaros y alimañas en lo más profundo de la selva o la gruta, y por supuesto, el sonido más importante de todos, los gritos y las risas de los niños.
En Aguaviva entra en juego el gusto, el olfato. ¿Quien quiere un helado junto a la muralla, sentado en las gradas, sintiendo el bullicio del puerto pirata alrededor?. ¿Quien quiere un combinado mientras se relaja en la hidroterapia, con vistas al parque?. Ademas por supuesto, de la amplia zona de restauración al otro lado del pasillo.
Y por supuesto, en Aguaviva entra en juego la vista. Pero no es un parque diseñado únicamente para ser visto, para ser fotografiado, para ser publicitado de forma grafica. ES UN LUGAR DE DESCUBRIMIENTO, DE EXPERIMENTACIÓN, DE INTERACCIÓN CON EL VISITANTE.
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